quarta-feira, novembro 29

¿Quién decide?



Shouting, William Blake


"¿Quién decide quién está loco y quién no? O lo que es más difícil, ¿cómo saber quién está loco y quién no? Yo siempre he pensado que la locura es, más que una condición clínica, un término legal. En los manicomios es fácil saber. ¿Trae bata blanca? No está loco. No trae bata blanca: está loco. Trae bata blanca pero abrochada por detrás: está loco. No trae bata pero trae una jeringa: no está loco. Trae una jeringa y un chingo de raza corriendo detrás de él: está loco. Trae corbata: es el administrador. Pero fuera del manicomio es más difícil establecer criterios. Es decir, si uno ve a un tipo de barbas largas, desaliñado, sucio, predicando el fin del mundo, uno puede decir “está loco”. Un amigo, cuando ve a alguien así, dice “ese güey le va a los Pumas”. Si alguien ve a un pordiosero hablando con una cajita de cartón, instantáneamente piensa “mira, un pobre loquito”. Mi amigo diría “ese güey le va a los Pumas”. Una vez íbamos caminando por un parque donde jugaban niños, y había un tipo desnudo con una gabardina enseñando sus miserias. Cualquiera hubiera pensado “maldito pervertido, loco de mierda”. El tipo se puso frente a nosotros y abrió su gabardina. Yo inevitablemente miré hacia otro lado, pero mi amigo me dijo “¿ya viste qué chiquita la tiene?… de seguro juega en los Pumas”. (Pausa breve) Cuando digo que la locura es un término legal, es porque hay que estar legalmente loco para que a uno lo encierren. Mientras tanto sólo estamos enfermos. ¿Qué es lo que separa a Hugo Chávez de la locura? La silla presidencial. ¿Qué es lo que separa a George Bush de la locura? La silla presidencial. ¿Qué es lo que separa a nuestro honorable Congreso de la Unión de la locura? (Pausa) No, es en serio, les pregunto porque realmente no lo sé. (Pausa breve) La locura es una cuestión de consenso. Es decir, un tipo barbudo hace desmanes en la vía pública mientras grita que él es Dios. Unos cabrones en batas blancas se ponen de acuerdo y dicen “ese güey está loco”. Firman unos papeles y listo, el tipo está legalmente loco. Por otro lado, otros cabrones en túnicas ven al mismo tipo, se ponen de acuerdo y dicen “sí, ese güey es Dios”. Escriben un libro y ¡pum! el bato ya es Dios. Llegan otros cabrones pero en traje, lo ven, se miran, ven cómo la gente le presta atención y lo rodean para ver qué está haciendo, se vuelven a mirar entre sí, hasta que uno dice “¿y si lo lanzamos como nuestro candidato?” Así las realidades se van concensando. La única variable de la historia es que unos llevan batas, los otros túnicas y los últimos trajes. Así que todo depende de quién te mire para saber si eres Dios, un loco o un loco con suerte… ¿Dios existe? Claro, porque un montón de personas se puso de acuerdo, y –aunque jamás lo hayan visto– aseguran que es así. Por ejemplo, usted y yo, a ninguno de nosotros nos conocen en Tailandia, ¿cierto? Pero qué tal si a un tailandés le preguntan si conoce a Mickey Mouse. De seguro le va a responde que sí. Entonces Mickey Mouse es más real que usted y yo. A veces, cuando pienso en esto, me deprime darme cuenta que el Chupacabras existe más que yo… Como les dije, la realidad funciona como una democracia. Pero esto no necesariamente quiere decir que la democracia funcione en la realidad. (Pausa) Si lo piensan bien, los esquizofrénicos somos afortunados. Nunca estamos solos. Siempre estamos viendo cosas, oyendo voces… los que tiene personalidad múltiple no tienen que estar esperando a que los inviten a una fiesta, ellos solitos se dan abasto. La única bronca es cuando tienen que ponerse de acuerdo sobre quién va a ir por la cheves."


in El Hombre Sin Adjetivos, Mario Cantú Toscano
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1 comentário:

Anónimo disse...

Quién lo diría que alguien, alguna vez, iba a poner una cita mía en internet. Muchas gracias, Pedro.